En la Misa, antes de recibir La Eucaristía, de fray, "Señor, no soy digno de que entres en mí casa, pero una palabra tuya bastara para salvarme". Estas palabras básicamente se levantan de las palabras del centurión cuyo esclavo Jesús sanó. Hay mucho que podemos aprender de este episodio.
Números 21, 4-9 Salmo 78, 1-2, 34-35. Filipenses 2, 6-11 Juan 3, 13-17