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Evangelio: Marcos 3, 31 - 35.

Sabemos que Jesús era una persona muy familiar, que obedecía a sus padres y que se quedó en el hogar familiar durante 30 años antes de su ministerio público. Cuando comenzó su misión, estuvo y se puso muy ocupado. De hecho, hay muchas necesidades de las personas y hay mucho por hacer. Una vez, cuando Jesús estaba ministrando a la gente, su madre, María y sus parientes, buscaban hablar con él. "Pero él les dio su respuesta: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?  Y mirando a los que estaban sentados en el círculo, dijo:  “Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre"    (v.33 - 35).

Jesús ciertamente no estaba siendo irrespetuoso ni desdeñoso con su madre y parientes. Pero él estaba hablando una verdad más profunda, que todos son hijos de Dios, que necesitan experimentar el Reino de Dios en medio de ellos. Además, Jesús es el primogénito de toda la creación, y todos los que hacen la voluntad de Dios son su auténtica familia.

Esto nos da una verdad profunda para reflexionar. Por el bautismo nos convertimos en hijos de Dios. Pero a menos que hagamos la voluntad del Padre, entonces no somos miembros auténticos de la familia de Dios. ¿Cuál es la voluntad del Padre? Estamos llamados a la obediencia a sus mandamientos y a la santidad.

Pero hay un aspecto más importante de la voluntad de Dios, que muchos católicos no tienen en cuenta. Dios quiere que todos sean salvos. Por eso envió a su propio Hijo Jesús a sufrir y morir por nosotros. Eso es lo que Jesús ya hizo. Pero esa Buena Nueva de salvación en Jesús debe ser proclamada a todos, para que puedan responder a este acto de salvación. Entonces, antes de que Jesús ascendiera al cielo, envió a sus discípulos, y por extensión a todos nosotros, a proclamar el Evangelio y hacer discípulos de todos. Esta es la obra de evangelización y misión. Esta es la obra más importante de la Iglesia, que es misionera. Esta es la razón por la cual Jesús vino al mundo.

¿Quién hará este trabajo? Serían los discípulos de Jesús, que son los auténticos hijos de Dios. Somos todos nosotros Así, tanto la familia como la misión son el diseño y la voluntad de Dios. Como Jesús pasó 30 años en la vida familiar antes de su ministerio público, nosotros también pertenecemos a las familias y nos formamos en ellas. Esto nos prepara para el trabajo del Reino. Estamos llamados a ser familias en misión.

 

Traducido por:

Diácono Alberto Morales Sáenz de Viteri