La meditación es el inicio de una vida para conocer la paz y la santidad realmente.
Amar al prójimo que nos hace el bien no tiene mérito, pero amar a nuestros enemigos es ser un verdadero hijo de Dios.
Todos tenemos y sabemos dónde está nuestro tesoro, y es allí donde estará nuestro corazón.
La amistad con nuestro creador se puede expresar a través de muchas formas.
“La Virgen María con la mano me indicó el Sagrario, y me dijo que debía arrodillarme y abrir ahí mi corazón, que en ese lugar encontraría todo el consuelo que necesitaba”