Conoce a nuestro servidor principal

En la Misa, antes de recibir La Eucaristía, de fray, "Señor, no soy digno de que entres en mí casa, pero una  palabra tuya bastara para salvarme". Estas palabras básicamente se levantan de las palabras del centurión cuyo esclavo Jesús sanó. Hay mucho que podemos aprender de este episodio.

Evangelio: Lucas 7, 1 – 10.

Cuando el centurión habló como tal, Jesús se sorprendió y dijo: "Os digo que ni siquiera en Israel he encontrado tal fe" (v.9b). Ahora Israel era el pueblo que Dios había formado como suyo. Pero fueron infieles muchas veces a su pacto, e incluso rechazaron al mismo Mesías que estaban esperando. Es muy parecido al pueblo de Dios hoy.

Los cristianos son el nuevo Israel. El cristianismo comenzó como una secta dentro del judaísmo, entre los judíos que aceptaron a Jesús como Mesías, Salvador y Señor. Hoy, un tercio de la población mundial es cristiana, al menos nominalmente. Pero 99 de cada 100 ovejas se pierden. ¿Podría Jesús decir hoy: "Te digo que ni siquiera en las naciones cristianas he encontrado tal fe"?

Tomemos incluso a Filipinas, que tiene un papel profético para ser la luz de Dios en Asia e incluso en el mundo. La Iglesia filipina pronto celebrará 500 años de cristianismo, en 2021. Y aunque aproximadamente el 86% de los filipinos se consideran cristianos, la mayoría de ellos no está viviendo la plenitud de su fe. Menos del 20% de los católicos asisten regularmente a la misa dominical. ¿Podría Jesús decir en 2021: "Os digo que ni siquiera en Filipinas he encontrado tanta fe"?

El cristianismo de hoy no está sólidamente fundado en la Roca que es Cristo. ¿Cómo puede esto cambiar?

Primero, debemos saber quién es Dios y quiénes somos. Dios es el Creador todopoderoso, somos carne pecaminosa. Pero muchas veces actuamos como dioses. Seguimos nuestros propios deseos y prioridades, a menudo contradictorios con los de Dios. Incluso cuando oramos e intercedemos, dictamos sobre Dios. Hoy los humanos se han vuelto orgullosos y han rechazado la ley de Dios. Es por eso que muchos católicos afirman ser devotos mientras apoyan abominaciones como el aborto y LGBT.

Este no fue el caso con el centurión. En su desesperación por su esclavo moribundo, le pidió a Jesús que viniera. Había enviado emisarios a Jesús porque dijo que él mismo no era digno de venir a él. Pero cuando Jesús vino y ya estaba cerca de su casa, envió amigos para decirle a Jesús: "Señor, no te preocupes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo" (v.6b). De repente se dio cuenta de que el gran Jesús del que había oído hablar estaba a punto de entrar en su hogar. Estaba asombrado y humillado.

El centurión sabía lo que valía en relación con Jesús. Nosotros también debemos darnos cuenta de quién es Dios y quiénes somos. Él es santo mientras nosotros somos profanos. Él es perfecto mientras nosotros somos tan dolorosamente imperfectos. Él tiene razón en todos sus caminos, mientras que a menudo estamos equivocados en la mayoría de los nuestros. Somos los esclavos de Jesús, pero a menudo tratamos a Jesús como nuestro servidor. Somos instrumentos del Espíritu Santo, pero a menudo solo invocamos al Espíritu para que salgamos con la nuestra.

Debemos humillarnos ante Dios, porque de hecho no somos nada ante Él. Somos servidores inútiles. A menudo somos los obstáculos para la obra de Dios en el mundo. Tenemos una gran necesidad de curación. Necesitamos ser edificados sobre la Roca que es Cristo.

Segundo, necesitamos poner verdaderamente nuestra fe en Jesús. Esto no es solo la fe salvadora, que acepta a Jesús como Salvador y Señor, sino que es una fe activa y auténtica, que es vivir a Cristo en nuestra vida cotidiana. Debemos tener la fe del centurión, que le dijo a Jesús, "pero di una sola palabra y mi servidor será sanado" (v.7b).

Debemos reconocer a Jesús quien es el sanador y el Salvador. Debemos reconocer el poder de Dios, para poder hacer lo que Él desea lograr en nuestras vidas. Debemos tener plena confianza en Él y en Su Palabra. Debemos saber que Dios quiere sanar, y solo Dios puede sanar verdaderamente. Necesitamos basar nuestras vidas en la Roca que es Cristo.

Tercero, necesitamos convertirnos en guerreros santos. Somos parte del ejército de Dios y estamos sujetos a la autoridad de Dios. El centurión sabía bien qué significaba autoridad. “Porque yo también soy una persona sujeta a la autoridad, con soldados sujetos a mí. Y le digo a uno: "Ve", y él va; y a otro, "Ven aquí", y él viene; y a mi esclavo, "Haz esto, y él lo hace" (v.8).

Dios se ha hecho dependiente de su pueblo para proclamar al mundo entero, la Buena Nueva de salvación en Jesús y para construir su Reino en la tierra. Jesús ya nos ha comisionado, cuando antes de ascender al cielo, les dijo a sus discípulos: "Vayan". Les dio su autoridad, incluso sobre los espíritus malignos. Él ya nos dijo lo que debemos hacer para preparar discípulos en todas las naciones. Él ya nos ha ofrecido su vida y su amistad, como nos ha invitado, "Ven a mí".

El Espíritu ya nos ha enseñado cómo debemos encontrarnos con Cristo, vivirlo y compartirlo. Para alcanzar y ayudar a reconvertir a los católicos caídos, debemos salir como guerreros santos. Ayudamos a tales católicos a redescubrir la fe auténtica.

 

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Traducido por: 

Diacono Permanente Alberto Morales Sáenz de Viteri