El alimento para el alma
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Antes de existir no estábamos en ninguna parte porque no existíamos. Estamos tan acostumbrados a estar vivos que nos cuesta pensar en el tiempo en el que no estábamos vivos. Nos cuesta imaginar la época en la que nuestros abuelos eran niños.

Nos parece increíble pensar que nadie nos conocía ni presentía nuestra futura existencia, no éramos nada en absoluto, pero antes de existir, Dios ya nos había pensado y elegido, se alegraba de nuestra existencia. Porque nuestra vida no solo viene de nuestros padres, surge algo más lejano, y su misterio es grande.

Al nacer nuestro mayor anhelo es conocer a Dios, y tener una relación con él, dándonos una respuesta clara al saber que esa es la manera de como él nos creó y con ese propósito nos moveremos en la vida.

La oportunidad la tenemos día con día, 24 horas que Dios nos regala diariamente para hacer nuestro paso por la tierra un lugar mejor, un lugar más agradable, un lugar más necesitado de nuestras sonrisas con las cuáles podamos predicar del gran amor de Él.