Mientras los asuntos relacionados a las uniones de personas del mismo sexo adquieren más importancia, aquí creemos en la reflexión, usando la razón y la fe, que es un comienzo apropiado para un cambio en la sociedad. El Papa Juan Pablo II describió esta presente situación al proclamar “en un momento de la historia en el que la familia es objeto de numerosas fuerzas que buscan destruirla, o de alguna manera deformarla, y conscientes de que el bienestar de la sociedad y su bien están vinculados íntimamente al bienestar de la familia, la Iglesia percibe de una manera más urgente y apremiante su misión de proclamar a todos el plan de Dios para el matrimonio y la familia, asegurando su plena vitalidad y desarrollo humano y Cristiano, y así contribuyendo a la renovación de la sociedad y del pueblo de Dios.” (Juan Pablo II, Familiaris Consortio #3)
Nosotros, los Católicos, estamos profundamente preocupados por nuestros creyentes hermanos y por el bienestar de la sociedad, en cuanto al significado del matrimonio. Entendamos la enseñanza Católica sobre el matrimonio y aclaremos el porque promovemos el matrimonio como una realidad sagrada entre hombre y mujer, cual diseñado por Dios, es la unión fiel, exclusiva y para toda la vida de un hombre y una mujer unidos en una comunidad íntima de vida y amor. Ellos se comprometen completamente el uno al otro y a la responsabilidad maravillosa de traer hijos al mundo y a cuidarlos. El hombre y la mujer son de igual valor; también son diferentes. Es esta diferencia la que indica su naturaleza complementaria. El hombre y la mujer, en sus diferencias sexuales, son hechos uno para el otro. Esta naturaleza complementaria le une en una unión amorosa mutua que siempre debe estar abierta a la procreación de hijos. (Catecismo de la Iglesia Católica #1602-1605)