En los jóvenes la idea de belleza en general es poseer una cualidad de ser visto por la gente con un placer o gusto que destaca entre los demás. Lo lógico si se tiene éxito y se consigue trabajo, es entonces porque debe poseer una gran belleza. Esto es un patrón de pensamiento peligroso, pues somos fácilmente victimas de nuestro propio ego y vulnerables a cometer pecados.
La verdadera belleza nos la da completamente vivir en Jesús. Esa belleza de poner la totalidad de nuestros afectos, de nuestros sueños, de nuestros pensamientos y de nuestra voluntad a sus pies. La belleza de saber que es nuestra propia vida la que hablará, aún sin palabras frente a los demás, si tan solo dejamos que transparente la alegría de vivir el Evangelio y de seguir a Cristo.
Somos portadores de la mayor belleza existente, en plenitud, seguir el camino de nuestro creador nos brindara siempre la bendición para conseguir trabajo, o tener éxito en la vida. Recibamos a Cristo ahora mismo por fe, por medio de una oración. Dios conoce lo que hay dentro de cada uno, no le importan tanto tus palabras, sino tu belleza de corazón.