Es un hecho universalmente aceptado, que para hacer algo es indispensable tener una cierta instrucción para ello. Para hacer cuentas, por ejemplo, necesitamos saber al menos aritmética; para curar enfermedades, más vale saber medicina y hasta para cocinar bien, necesitamos estudiar el arte culinario o al menos consultar cuidadosamente las recetas.
A cada persona nos rodea el misterio. Desde la contemplación del cielo estrellado hasta el comportamiento de las partículas subatómicas, pasando por los maravillosos instintos de los animales y el funcionamiento de nuestro propio cuerpo, el hombre se pregunta la razón, el sentido y el origen mismo de todo esto.
Dios se nos revela en la Creación, pero también en la Biblia, que es su Palabra. En ella aprendemos que existe un Creador del universo y que en Dios hay tres Personas distintas. Al crear Dios al hombre, hecho a "Su imagen y semejanza", éste entra en relación con sus tres distintas Personas. Hemos sido creados por Dios Padre para un destino maravilloso, para una felicidad sin límites.
La Segunda Persona, Dios Hijo, se hace hombre para redimirnos con su propia sangre y la Tercera Persona, el Espíritu Santo, desciende a nuestra tierra continuamente, hasta el fin del mundo para coronar la obra divina para con el hombre, ejerciendo sobre él su benéfica influencia por medio de la Iglesia Católica Apostólica Romana, que nos santifica con los Sacramentos instituidos por Jesucristo.
Con el estudio de estas verdades, el hombre ve contestadas las más grandes incógnitas de su existencia: qué somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Todo el misterio que nos rodea se ve iluminado por un Dios que nos crea, nos redime y nos santifica para hacernos partícipes de su infinita felicidad.
Nuestro Señor Jesucristo no vino tan solo a dar su vida por nosotros en la Cruz. Antes de padecer el precio de nuestra Redención, empleó más de tres años en la predicación de su Doctrina. Mucho trabajo se tomó el Señor Jesús para revelarnos el amor infinito de Dios por la humanidad, para instruir a sus oyentes acerca del Reino de Dios, para mostrarnos el camino de la salvación. Si no fuera necesaria la Instrucción Religiosa ¡para qué haberse tomado tanto trabajo!
¡Qué Importante es, la Instrucción Religiosa!