El alimento para el alma
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La palabra carisma o carismata aparece en múltiples ocasiones en el Nuevo Testamento en referencia a la obra del Espíritu Santo en la vida de un creyente. La palabra se utiliza cada vez que usted lee sobre los “dones del Espíritu Santo”. Podemos considerar una definición bíblica de carisma como: Carisma es la gracia o don del Espíritu Santo concedido por Dios a cualquier creyente para la edificación de otro y en beneficio de la comunidad.

Esta es, probablemente, la mejor definición de carisma conocida. Observe que dice “cualquier creyente”, estos dones espirituales no están reservado para personas en la iglesia a tiempo completo, ni para algún tipo de cristiano súper espiritual. Si no que se dan “a cada uno”, No a algunos, No a la mayoría, a cada uno. Los carismas no son requisitos para la salvación personal, no es más santo el que tenga mayores carismas, y no se reciben por el bautismo ni por ningún otro sacramento. 

El propósito del carisma es seguir edificando la Iglesia, seguir propagando el Evangelio, para mantener viva la misión original de hacer presente la Buena Nueva y comunicarla a todos los hombres. Los dones del Espíritu requieren de la generosa colaboración de quienes los reciben, estando dispuestos a ser usados por Dios como herramienta y ponerlos en servicio de este propósito, de hacerlos fructificar.

«Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo» (1 Cor 12,4).

Dada la diversidad y la variedad de carismas que el Espíritu Santo ha concedido, cada uno es valioso porque ha sido tocado por Dios para enfocar su carisma en acciones misioneras de evangelización.