La familia es el entorno fundamental para su desarrollo. La tarea más hermosa e importante que nos da nuestro Padre Celestial es la de “Ser Padres”; debemos agradecer siempre a Él por ese maravilloso encargo, pero también sabemos que es una tarea difícil, una de las más complicadas que nadie se pueda plantear. No es solo traerlo al mundo, criarlo y vestirlo, lo fundamental es educarlo para ayudarlo a convertirse en un ser maduro y satisfecho consigo mismo, encajado en el mundo y en la vida que le toca vivir. El niño se forma y aprende a partir de lo que vive, de ahí la importancia del ambiente en que se cría, que depende prácticamente de los padres.
El ser padre o madre no es algo que se estudie una vez y se domine para siempre. Los niños en cada edad tienen diferentes necesidades y los padres deben saber ajustarse. Hay que aprender a ser buenos padres; y a nuestros hijos, si les damos la oportunidad y nos tomamos el tiempo para escucharlos, son frecuentemente nuestros mejores maestros.
Aunque los niños comprenden las cosas según su edad y personalidad, tienen en común a cualquier edad cinco necesidades vitales: sentirse respetados, importantes, aceptados, incluidos y seguros. Son “vitales” porque, una vez satisfechas, son la clave para el desarrollo de un niño emocionalmente sano.
Si queremos que nuestro hogar sea cuna de santidad y rectitud debemos usar nuestras obras y buen comportamiento, como ejemplo, mucho más que las palabras. La Sabiduría de la Biblia nos dice que “la necedad está adherida al corazón del joven: la vara de la corrección la alejara de él”. (Proverbios 22,15).
Fuente: revista en Familia Edic.15
Claves para la crianza de nuestros hijos
