Si usted y su esposa sirven a Dios, es obvio que ambos saben que el matrimonio es algo inestimable y, de hecho, sagrado, pues lo instituyó Dios. No obstante, si se enfrentan a problemas conyugales, ¿les bastará con saber que el matrimonio es honorable? Probablemente necesiten una motivación más poderosa para tratarse con amor y respeto. ¿Cuál? Para ver de qué se trata, fijémonos de nuevo en las palabras de Pablo. Él no dijo: “El matrimonio es honorable”; más bien señaló: “Que el matrimonio sea honorable”. Por tanto, no estaba haciendo una simple observación, sino una exhortación o mandato.Es importante tener en cuenta este hecho, pues nos permite ver otra cosa que nos motivará a avivar el aprecio en la pareja.
Cuando ambos cónyuges se esfuerzan por acercarse a Dios, también se acercan el uno al otro. Ilustrémoslo. Al pie de una gran montaña con forma de pirámide se hallan un hombre y una mujer. Él está en el lado norte y ella en el sur, y los separa una distancia considerable. Pero los dos inician al mismo tiempo el ascenso. ¿Qué ocurre? Que la separación se reduce a medida que suben hacia la cúspide. ¿Cómo puede animarnos este ejemplo?. Pues bien, el ascenso a la montaña representa el esfuerzo que hacemos los cristianos por servir a Dios con toda el alma. Seguramente usted y su cónyuge aman a Dios y están poniendo todo su empeño en la escalada. Pero si se encuentran distanciados, es como si estuvieran subiendo por laderas opuestas. ¿Qué ocurrirá si continúan avanzando hacia la cumbre? Aunque al principio haya un gran espacio entre los dos, cuanto más se esfuercen por ascender —es decir, por acercarse a Dios—, más cerca estarán el uno del otro. No hay duda: la clave para reducir las distancias entre marido y mujer es acercarse a Dios.