El alimento para el alma
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La alegría cristiana se vive cada día, si no se es alegre en el corazón no es un buen cristiano. Ser un cristiano alegre no es algo que se pueda adquirir en una tienda, o que se logre estudiando en la universidad; si no un don del Espíritu Santo, que nos brinda alegría del corazón.

Esta alegría, genera paz, y la paz se vive recordando lo que ha hecho nuestro Señor Jesús por nosotros, dándonos una nueva vida. La memoria y esperanza son los dos componentes que permiten a los cristianos vivir en la alegría, no en una alegría vacía, si no en una alegría perpetua.

Hasta en las ocasiones más tristes de la vida, siendo alegres se convertirán en paz.

«Luz se ha sembrado para el justo, Y alegría para los rectos de corazón.» (Génesis 6,11-13)