Bendice a la Iglesia, que tú has amado, servido, y guiado, animándola a caminar con coraje por los senderos del mundo para llevar a Jesús a todos y a todos a Jesús.
Dios nos bendice a los jóvenes y concede a los adultos volver a soñar, volver a mirar hacia lo alto para encontrar la luz que nos ilumina.
Uno de los más grandes obstáculos para estar seguro de que tu llamado viene de Dios, es la duda.
Siguiendo un verdadero amor a Cristo.
Siempre el padre celestial nos encamina a ser un buen cristiano.