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Lecturas de hoy: Génesis 2: 18-24. Salmo 128: 1-6. Hebreos 2: 9-11. Marcos 10: 2-16.

La familia es una creación de Dios. Dios reúne a un hombre y una mujer y los hace uno, para ser el comienzo de una nueva familia. "Es por eso que un hombre deja a su padre ya su madre y se aferra a su esposa, y los dos se convierten en un solo cuerpo"  (Gn 2,24).

Dios pretende que esta unión profunda y misteriosa sea permanente. Pero la humanidad pecadora es a menudo desobediente a los mandamientos de Dios. Tal fue el caso con los israelitas. Debido a la dureza de sus corazones, Moisés se vio obligado a permitir el divorcio. Jesús necesitaba reiterar el mandato básico de Dios, que era desde el principio según el Plan de Dios (Mc 10, 6-9). Hoy, los cristianos han aceptado el divorcio, que se ha generalizado. El divorcio y el nuevo matrimonio constituyen adulterio (Mc 10, 11-12), un pecado muy grave.

El lugar de los niños en ese momento tampoco era bien apreciado. Los niños eran de segunda clase. Así, los discípulos reprendieron a las personas que llevaban niños a Jesús (Mc 10, 13). Jesús se enojó con ellos y dijo: “Dejen que los niños vengan a mí; no los impidáis, porque el reino de Dios pertenece a aquellos como estos”   (Mc 10, 14).

¿Cuál es la intención de Dios para aquellos que temen al Señor y caminan en sus caminos con respecto a su familia? ¡Son bendecidos! (Sal 128: 1). “Tu mujer será como parra fecunda dentro de su hogar, a sus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.” (Salmo 128: 3). Ellos prosperarán (Salmo 128, 2).

Ciertamente, somos hijos de Dios. Y Jesús "no se avergüenza de llamarnos hermanos” (Hebreos 2, 11b).

Nuestro llamado es ser familias en misión. Trabajamos en la estabilidad y la fortaleza de nuestra familia, para que podamos seguir sirviendo al Señor, especialmente en el área de la evangelización y la misión. Habrá muchos desafíos, y habrá sufrimiento. Pero caminamos el camino de Jesús el Salvador, como proclamamos su salvación a todos, para que puedan alcanzar la gloria. "Porque era apropiado que él, para quien y por quien existen todas las cosas, al traer a muchos hijos a la gloria, haga perfecta al líder para su salvación mediante el sufrimiento" (Hebreos 2, 10).

Como familias en misión, decimos: "En cuanto a mí y a mi familia, serviremos al Señor". Con tal declaración y convicción, recibimos la bendición de Dios sobre nuestra familia y nuestro trabajo. "Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida y que vivas para ver a los hijos de tus hijos" (Sal 128: 5-6a).

 

 

Frank Padilla