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"Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo" (Lucas 1, 32a).

Nuestro Señor Jesús estaba destinado a la grandeza. De hecho, Él es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. Hoy celebramos su venida al mundo.

Jesús vino en la oscuridad de la noche, su madre bajo el manto de la vergüenza por estar embarazada justo en el compromiso matrimonial, a sus padres los rechazaron en la posada, su vida era buscada por el rey. Hoy en día muchos niños, si no son abortados en el útero, nacen en circunstancias similares. Nacen en la pobreza, en una familia disfuncional, no deseada por el estado y los globalistas. Entran en un mundo de oscuridad e incertidumbre.

Pero aun así la hueste celestial se regocijó. "Gloria a Dios en las alturas y en la paz de la tierra para aquellos en los que Él se complace". (Lc 2, 14). ¿Cuál fue la razón? El nacimiento de Jesús fue, “una buena noticia de gran gozo que será para todas las personas. Por hoy, en la ciudad de David, ha nacido un Salvador para ti, que eres el Mesías y el Señor” (Ver Lc 2, 10b - 11).

María había proclamado anteriormente: "El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí, y santo es su nombre". (Lc 1, 49). Ella también estaba destinada a la grandeza.

Ahora somos hijos de María y hermanos de Jesús. Nosotros también estamos destinados a la grandeza. Para que eso suceda, entramos en este mundo oscuro y pecaminoso, y proclamamos al Cristo que es el Salvador. Debemos ser mensajeros de gran alegría para todas las personas.

¡Alegrarse! Nace nuestro Salvador. Feliz Navidad a todos.